26 jul 2018

Bing Maps: el recurso con el que no hace tanto solo podíamos soñar


Uno de los mayores avances que, a mi modo de ver, ha traído consigo internet, han sido los mapas globales o por satélite, y la posibilidad de consultarlos desde el navegador.

Recuerdo la primera vez que consulté Google Maps, la posibilidad de estar "en directo" en cualquier parte del mundo, y ver "a vista de pájaro" el pueblo, ciudad o rincón del planeta que quisieras, me pareció algo de ciencia-ficción. Gracias a Google Maps nos dimos realmente cuenta de lo pequeño que es el planeta Tierra, pero aún más: de lo realmente pequeños que somos nosotros mismos.




Una de las primeras cosas que hice en Google Maps fue visitar los antiguos lugares donde había vivido, y ver si habían cambiado. También, por supuesto, visitar esos lugares que ves en las películas y que si no fuera así no podrías explorar: las calles de Nueva York, las playas de Santa Mónica, o los bordes más interesantes (e inhóspitos) del planeta, como el estrecho de Magallanes.

En el terreno práctico tengo que reconocer que ese tipo de utilidades me ayudan mucho en mis trabajos literarios. Recuerdo los años noventa, cuando esribía algunas novelas y tenía que describir paisajes o dar nombres de lugares, y en aquellos tiempos lo único que podías hacer era esperar e irte a una biblioteca, o ir almacenando en papel tu propio fondo bibliográfico, en el que por supuesto mucho mejor si había enciclopedias. El problema era que lo que yo buscaba no quería que fuese fácil de encontrar en libros ya publicados, como enciclopedias y, como ahora, trataba de encontrar pueblos poco nombrados o nombres de lugares no muy comunes. Así que uno de mis recursos eran las publicaciones de Manos Unidas, que incorporaban bastante información de sitios lejanos que no eran habituales de encontrar en publicaciones genéricas.


Todo eso lo ha solucionado Google (y Bing) Maps, dándonos la posibilidad de ver, de un vistazo, dónde está situado aquel pueblo o villa, los habitantes que tienen, incluso el paisaje en el que puedes colocar a tus personajes. Como si hubieras pasado realmente por allí.

¿Cuando el ser humano ha tenido un recurso así? Nunca. No vayamos siquiera a los primeros siglos de nuestra era, más adelante, en la Edad Media, si alguien te decía que había recorrido el Camino de Santiago y que había visitado su catedral, lo único que tenías para acercarte a sus descripciones era tu imaginación, si contabas con fantasía suficiente para dibujar la Plaza del Obradoiro en tu mente. Como recurso extremo, en algún caso, tu interlocutor podría ponerte de ejemplo la capilla del pueblo, pero "dos o tres veces mas grande". No digamos ya si tu amigo pasó por Roma y visitó el anfiteatro o el Vaticano.


No hace tanto, lo único que teníamos para acercarnos a esos sitios eran fotografías más o menos borrosas, y luego a color. Pero sin la dinamicidad ni la posibilidad de ver el entorno y los edificios que lo rodeaban, y "la ciudad en movimiento". Con este tipo de tecnología podemos ver y presenciar como si realmente lo sobrevolásemos, y desde posiciones privilegiadas.

Sin embargo, y aunque he hablado de Google Maps y fue el primer recurso de este tipo que usé, tengo que reconocer que apenas lo utilizo ya. La razón es que Mapas de Google es muy pesado y lento, así que siempre que puedo uso su gran rival: Bing Maps, de Microsoft.


La verdad es que Bing Maps va genial en todo tipo de ordenador, incluso en los más antiguos (algo que no puede decir Google Maps), y su vista "en perspectiva" a ojo de pájaro era -la han retirado, no sé la razón-, simplemente, magistral. Hasta las capas y la información adicional me parecen mucho más útiles y acertadas (e infinitamente mejor estructuradas, no tan caóticas) en Bing Maps.

Este tipo de utilidades ahora nos parecen de lo más normales, pero han sido un gran paso no solo para el hobby y el divertimento, sino también para la educación y el trabajo. Han sido, en resumen, un grandísimo avance que nos facilitan muchísimo la vida, y también nos hace darnos cuenta de una forma más directa y precisa que el mundo cabe en un pañuelo, y que todos, aunque haya quien trate de separarnos con fronteras y política, tenemos en realidad una casa común. Y de un vistazo a vuela pluma con el ratón, podemos ahora verlo y constatarlo.




| Redacción: CODE Intermedia | codeintermedia.com

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